Hasta siempre Eduardo
Querido Eduardo, te has ido demasiado deprisa, demasiado pronto, y nos dejas mareados todavía en el dolor por tu pérdida. Nos tienes aquí, aún, prisioneras, prisioneros en la perplejidad de tu partida.
Aquí estamos quienes te conocimos en la amistad, te conocimos en el compromiso, en tu rock más duro, en tu afición por el deporte, en el conocimiento. A quienes te conocimos en tu brillantez, en tu inteligencia, en tu humor, en tus pasiones, en tu tenacidad.
Te quisimos, te queremos y vamos a tener presente siempre tu ilusión por un mundo nuevo, por muchos mundos nuevos, mejores, distintos. Mundos grandes, abiertos, libres, como fue tu alma, como fue tu geografía vital, una verdadera universidad para quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocerte, de compartirte, de escucharte, de aprender.
Es la muerte una verdad incontrovertible, absoluta, que no entiende de clases, que no entiende a ninguna razón cronológica. Por eso, a lo peor, en su ceguera, se te ha llevado tan pronto. Quizás para recordarnos que también pueden faltarnos un día los mejores, esos en los que depositamos la confianza, esos que parecen eternos en su modestia infinita, en su bien hacer, en su bien estar, en su bien querer.
No sabemos, aún, qué vamos a hacer sin ti. Esa es la pura verdad. Seguiremos peleando, sin duda. Sonreiremos y moveremos la cabeza cuando nos aborde tu memoria cotidiana, la de los pequeños gestos y también la de los grandes. Hablaremos de ti cuando nos juntemos; les explicaremos a quien venga detrás ―porque vendrán, Edu, vendrán, fuiste semilla― quién era ese tipo del que todo el mundo habla tan bien y con tanto afecto, con tanto cariño. Ese tipo tan luchador, tan honrado.
Ninguna despedida es fácil, pero las más difíciles son las de los hombre queridos y buenos. Tú eras, eres y serás en nuestros corazones las dos cosas. Que le tierra te sea leve, compañero. Siempre contigo.
Eduardo Blanco era militante de CGT desde hace muchos años, así como delegado de la sección de la Universidad.