Arcadi Oliveres, la coherencia de un maestro que quería cambiar el mundo

Arcadi Oliveres, la coherencia de un maestro que quería cambiar el mundo

No hace mucho, Arcadi Oliveres escribió Palabras de Arcadi. ¿Qué hemos aprendido del mundo y cómo podemos actuar (2021), un testimonio de las ideas que defendió incansablemente desde el activismo social y desde sus clases de Economía Aplicada en la UAB. También durante sus últimos días recibía miles de mensajes de ánimo y admiración, muchos de sus estudiantes.

JAUME MARTORELL

«Con los años de experiencia de la universidad he encontrado varios alumnos que me han dicho que después de haber venido a algunos cursos míos han cambiado de trabajo. Quizás eran gente que trabajaba en un banco especulativo y no les gustaban algunos valores, e intentaron evitar este trabajo y hacer otra con un pensamiento económico diferente». Arcadi, como se puede ver, no enseñaba precisamente economía para que los ricos se hicieran más ricos, sino que la impartía con una orientación radicalmente anticapitalista. Del mismo modo, denunciaba que en las escuelas se introdujera la asignatura de educación financiera para que el alumnado aprendiera a especular mejor. Utilizaba la palabra para sacudir y transformar conciencias, con un discurso bien sostenido, con todo tipo de datos y argumentaciones, que viajaban desde los orígenes de las causas de las más diversas formas de explotación, injusticia y discriminación, hasta sus últimas consecuencias .

En su vida no se puede discernir la militancia social de la vocación docente, con el propósito de difundir sus ideas y posicionamientos con una clara voluntad de divulgación didáctica, porque todo el mundo la entendiera. Por eso su palabra limpia, clara y contundente se escuchaba en las aulas universitarias, en las escuelas, en las plazas, en múltiples charlas -donde llegado a hacer hasta 300 en un año- y en la propia familia, con constantes conversaciones y preguntas que lanzaba a sus nietos: «¿Sabéis por qué algunas personas vienen hacia aquí?»; «¿Por qué hay guerras?»; «¿Dónde se compran las armas?». Tenía una obsesión: «Tenemos que ser capaces de ir cambiando la manera de ver las cosas». Pero no bastaba con el pensamiento, había que ser también consecuente con los actos de cada uno. ¿Dónde depositas el dinero? ¿Qué consumes? ¿Dónde vas a comprar?¿Te has planteado la objeción fiscal para no seguir engrosando el gasto bélico? Para él la lucha contra la globalización y la transformación social debían combinarse con las pequeñas acciones cotidianas que transforman nuestras vidas y los entornos más cercanos. De ahí su inquebrantable coherencia entre lo que pensaba, lo que decía y lo que hacía. Sí, como los buenos maestros, predicaba con el ejemplo.

La vida de Arcadi Oliveres sirve para trazar y explicar la historia de los movimientos sociales en Cataluña desde finales del franquismo. O dicho de otro modo: las luchas sociales no se explican sin su presencia. Porque siempre estaba, trabajando junto con otra gente, sobre todo en el marco de entidades como Justicia y Paz. La lista es larga: el Sindicato Democrático de Estudiantes a finales del franquismo, la Caputxinada, la Asamblea de Cataluña, la Marcha por la libertad, la protesta contra la entrada en la OTAN, la campaña ‘Papeles para todos’, con el encierro en la barcelonesa iglesia del Pi para modificar la ley de extranjería, las acampadas para conseguir el 0,7% del presupuesto para la cooperación con los países no desarrollados (pobres), el ‘no a la guerra’ para evitar que España entrara en la guerra de Irak, que culminó con una de las más grandes manifestaciones ciudadanas, el movimiento de los indignados del 15-M o el ‘Queremos acoger’ a los refugiados. Una serie de movilizaciones, con victorias o derrotas, con causas perdidas y no tan perdidas, porque al menos lograron colocarlas en la agenda social y política. Arcadi siempre estaba, conferenciante, discutiendo, organizando acciones, trenzando consensos y colaborando con quien hiciera falta. Iba de un lado a otro sin parar, descansando poco y leyendo mucho. El precio de un compromiso tan tenaz y generoso.

En este libro se sintetizan los conceptos más emblemáticos que guiaron su pensamiento. El capitalismo: «Un sistema injusto y asesino que se ha de erradicar, no se puede reinventar». Las desigualdades: «Una cifra que nunca hay que olvidar: que el 1% de la población tiene el 99% de la riqueza». El consumismo: «Las acciones de nuestro consumo pueden cambiar el mundo». Las leyes y la desobediencia: «No siempre hay que obedecer, sobre todo si consideramos que las leyes no son legítimas. Protestar, desobedecer y perder el miedo». Las guerras: «La inmoralidad de gastar 56 millones de euros al día en gasto militar». Europa: «El sueño de ver una Europa más solidaria y menos financiera». Refugiados: «¿Dónde queda la dignidad humana, qué ha pasado con el derecho de asilo?». Democracia: «Se construye ejerciéndola». Monarquía: «No hay ningún tipo de legitimidad histórica que la sustente». Desarrollo sostenible: «Esta pandemia es un aviso del planeta porque cambiamos nuestro modelo económico: tenemos que vivir con menos». La perseverancia en el cambio: «Sólo falta voluntad. Voluntad generalizada y voluntad individual para combatir el egoísmo y para caminar hacia una dignidad global «. Optimista por naturaleza, nunca perdió la esperanza.

Este incansable defensor de la paz, los derechos democráticos y de la justicia social tenía muy claro que la educación es la palanca que puede permitir accionar el cambio, para enseñar y practicar los valores de paz, sostenibilidad y solidaridad. Y entendía que esto no se podía convertir en una asignatura sino que debía permeabilizar toda la intervención educativa, dentro y fuera de la escuela, en la familia, en los medios de comunicación, en todos los ámbitos de socialización de la infancia y la juventud. Siempre llegaba a la misma conclusión: educación, educación y educación, con reflexión y pensamiento crítico. Esta es una de las lecciones que nos deja este gran maestro de humanidad, justo cuando se acaba de cumplir un año de esta maldita pandemia.

Este artículo fue originalmente publicado en eldiariodelaeducacion.com

 

CGT Enseñanza Aragón

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