Educación patrocinada por Google

Gessamí­ Forner

Familias, asociaciones y sindicatos alertan sobre los peligros de que los escolares tengan obligatoriamente su propia cuenta de Gmail desde los 10 años y trabajen con el ordenador portátil Chromebook.

Desde que empezó en septiembre cuarto de primaria, el peso de la mochila de Nico ha aumentado un kilo y medio, que es lo que pesa el ordenador Chromebook que cada dí­a debe llevar a la escuela. En el portátil trabaja las asignaturas de naturaleza, sociales y matemáticas. Pero cuando tiene deberes de estas materias, también debe cargar con los libros de papel. En total, el jueves su mochila pesaba 5,4 kg y Nico sigue desde verano en sus 31,1 kg. Y aunque este pudiera ser el motivo más evidente de incoherencia de un camino educativo que ha empezado a recorrer la senda tecnológica, es solo el más superficial. Sus padres insisten en controlar en casa el tiempo que dedica a las pantallas, pero la escuela ya le ha dado una dirección de mail. A la que debe acceder desde el gran gigante tecnológico Google.

«No acabo de ver los beneficios. Va cargado, las familias tenemos que comprar un portátil que cuesta 400 euros, sin dominar la caligrafí­a ya debe mecanografiar y Nico tiene diez años y ya está mandando mails a amigos. Los mails se han convertido para ellos en una red social. No tengo nada positivo que decir sobre esta manera de trabajar», explica su padre, Manuel Vicario.

El Chromebook es un ordenador auspiciado en 2009 por Google para su uso en educación. Tiene poca memoria de almacenamiento y está pensado para trabajar en la nube. Viene equipado con las aplicaciones del gigante tecnológico, en su paquete educativo G Suite for education.

La implantación del Chromebook en esta escuela pública de Bilbao, Viuda de Epalza, causó resquemores en el Órgano de Máxima Representación (OMR, el antiguo Consejo Escolar) del centro, donde varios padres y madres mostraron sus reservas e incluso rechazo a la compra obligatoria de este portátil en cuarto de primaria. Uno de esos padres es Pablo Garaizar, profesor de informática de la Universidad de Deusto y firme defensor del software libre. Es miembro también de la asociación Hezkuntzan ere librezale, creada en 2017 e integrada por 200 personas, entre padres, madres, maestros e informáticos sensibles con que los datos de los niños se entreguen de forma casi involuntaria a Google o a Microsoft.

«Google y Microsoft ponen tantas facilidades a todos los centros educativos del mundo para que sean las primeras herramientas con las que los niños trabajen porque están creando consumidores, más que personas que sepan cómo funciona la tecnologí­a», alerta Garaizar. Teóricamente, las grandes compañí­as tecnológicas no acceden ni ceden los datos de los escolares que almacenan en la nube. Pero la trampa está servida dos veces. «Quizá no sea lo primero que hacen, pero lo segundo es crearse una cuenta privada de gmail, al margen de la escolar, para que los adultos no les espiemos». En cualquier caso, cada vez que abren el ordenador están logueados y cuando miran ví­deos de Youtube, ya no lo hacen con la dirección de un adulto.

«Me da rabia que solo aprendan esas herramientas, cuando lo importante es aprender a escribir un documento. Pero para los docentes es más cómodo trabajar con las grandes empresas porque generalmente estamos familiarizados con sus aplicaciones. El resultado es como si estuviéramos patrocinados por Google y nosotros creemos que hay que trabajar en alternativas», añade Garaizar.

Iñigo Belardi es el dinamizador de TIC del instituto de formación profesional de Tolosa. Lleva 18 años implementando software libre en su centro y son una referencia en Euskal Herria. Para Belardi la clave de este embrollo es «gestionar el conocimiento nosotros mismos, simplemente eso». Considera la información como un «activo estratégico» de la que cada centro, y cada persona, debe ser dueña. Por ello, el claustro escolar aprobó hace casi dos décadas una polí­tica que da valor a este precepto y les permite gestionar multidisciplinarmente la implementación de la tecnologí­a.

«Trabajamos cinco personas codo con codo: el informático, el responsable de calidad, el de equipamientos, el director y yo, que pongo el foco en la pedagogí­a», explica Belardi. Cada año realizan un inventario de las aplicaciones que necesitan sus alumnos y las opciones disponibles en software libre. Este curso optaron por el correo electrónico Zimbra, la plataforma de enseñanza Moodle y el almacenamiento de documentos en Next-Cloud. Todo software libre. ¿Y cómo lo viven los estudiantes? «Dadas las circunstancias globalizadoras, no siempre entienden la importancia de lo local», resume diplomáticamente sobre las reticencias de los adolescentes y el no siempre presente espí­ritu crí­tico.

Marko Txopitea es también miembro de Hezkuntzan ere librezale y de la asociación madre: Librezale, el colectivo de informáticos y traductores que se encarga de traducir al euskera el software libre. Han preparado un manifiesto que van a lanzar a los centros educativos de la Comunidad Autónoma Vasca y Navarra con la esperanza de concienciar a los docentes sobre la importancia de trabajar desde el software libre. En el documento destacan cuatro puntos: la privacidad, la obsolescencia programada de los ordenadores con licencias de cinco años -pasados los cuales el Chromebook ya no recibe actualizaciones y empieza a fallar-, la dependencia que se genera hacia las grandes multinacionales tecnológicas y el euskera. «Es incongruente que las instituciones vascas promocionen software que no está traducido al euskera», alerta este informático y traductor.

Txopitea insiste en la importancia de que las instituciones «tomen las riendas». «Es difí­cil cambiar las sinergias de los centros y el Departamento de Educación no está siendo neutro. Nosotros lo comparamos con la comida: si quieres que los niños ingieran vitaminas, no les llevas a McDonald’€™s».

Desde el Departamento de Educación del Gobierno vasco aducen a El Salto que la decisión de compra de Chromebooks es de los centros escolares, y que los ordenadores que ha comprado Educación para las aulas informáticas tienen arranque dual. Se pueden ejecutar bien con Microsoft, bien con Linux, cuya decisión también recae en el centro.

Por su parte, desde Google defienden a través de su gabinete de prensa: «No vendemos datos ni compartimos con terceros información personal alojada en G Suite for education, ni existen anuncios en sus aplicaciones, tampoco cuando usan el motor de búsqueda de Google». Ni Educación ni Google han querido ofrecer datos sobre el nivel de implantación del Chromebook en el Paí­s Vasco y en el Estado, respectivamente.

El sindicato mayoritario en la educación vasca, Steilas, redactó el pasado 5 de noviembre un contundente comunicado alertando del «intrusismo de Google durante la última década con el aumento considerable del uso en los centros de las aplicaciones G Suite». En su parecer, que coincide con la asociación Hezkuntan ere librezale, «el alumnado ha pasado a ser una herramienta para la búsqueda de intereses económicos e ideológicos, lo que hace que organizaciones privadas pongan en su punto de mira a la escuela,». Ello les lleva a afirmar que «resulta increí­ble que la formación en TIC venga de la mano de una empresa privada como Google».

Al margen de la privacidad, de la dependencia y de la creación de nuevos usuarios de los gigantes tecnológicos, la experta en Educación y Psicologí­a, Catherine l’€™Ecuyer, autora del libro Educar en el asombro, recuerda que la OCDE alertó en 2015 en su informe Students, Computers and Learning que, «en general, los estudiantes que utilizan computadoras de manera moderada en la escuela tienden a lograr mejores resultados de aprendizaje que los que las utilizan raras veces. Pero los estudiantes que utilizan computadoras muy a menudo obtienen peores resultados, incluso después de tomar en cuenta el origen social y las caracterí­sticas demográficas de los estudiantes», indica dicho estudio.

Mañana Nico volverá a la escuela con su pesada mochila. Afortunadamente, vive a tres manzanas. Y aunque en su colegio el debate del software libre está cerrado, cada vez más centros se cuestionan el uso de las aplicaciones privativas. El próximo miércoles se celebrará un encuentro en Tolosa con profesores de diferentes escuelas e institutos de todo el Paí­s Vasco para abordar desde la consciencia este reto, y tratar de caminar colectivamente hacia una senda menos dominada por las multinacionales tecnológicas.

Artí­culo originalmente publicado en elsaltodiario.com

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