Cuando el trabajo nos arrebata la vida
En el frenesí de la “empresa-mundo”, tal y como hace referencia Jorge Moruno, nuestras vidas son devoradas por un mercado laboral cada vez más insaciable y despiadado, millones de personas alrededor del globo pierden sus vidas en su puesto de trabajo. Cada día, millones de individuos se levantan, se preparan para una jornada que devora sus horas más provechosas del día, y regresan a casa exhaustos, preguntándose si realmente están viviendo o simplemente sobreviviendo.
Este lunes por la noche, un joven agricultor de 29 años falleció en un nuevo accidente laboral en Aragón, añadiendo una muerte más a la infinita lista de millones de personas que han ido perdiendo la vida en un sistema laboral criminal.
La cultura laboral capitalista glorifica la productividad a expensas de la salud y el bienestar social. El relato meritocrático de que hay que «trabajar duro para llegar a alguna parte» ha sido propagado e interiorizado hasta el punto de que muchas veces olvidamos la importancia del descanso, de vivir experiencias fuera del trabajo y, simplemente, ser.
El trabajo en el sistema capitalista no solo consume nuestro tiempo de vida; está literalmente acabando con nosotros y nosotras:
Estrés y Salud Mental: Las presiones laborales son una de las principales causas de estrés, ansiedad y depresión. Según la Organización Mundial de la Salud, «más de la mitad de la fuerza laboral mundial trabaja en la economía informal, donde no hay protección regulatoria en materia de salud y seguridad. Con frecuencia, estos trabajadores operan en entornos laborales inseguros, durante largas horas, con escaso o nulo acceso a protecciones sociales o financieras, y se enfrentan a la discriminación, todo lo cual puede redundar en detrimento de la salud mental».
Horas de Trabajo Extensas: En países como Japón, la «karoshi» o muerte por exceso de trabajo, es una realidad reconocida. Según un estudio de la OMS y la OIT, «trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en un 35% el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en un 17% el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana».
Falta de Equilibrio Vida-Trabajo: La línea entre el trabajo y la vida personal se ha desdibujado, especialmente con la era digital, donde estar «conectado» se ha convertido en una expectativa constante. La incapacidad para desconectarse del trabajo puede llevar a niveles elevados de estrés, ansiedad y puede derivar en el síndrome de burnout. La constante necesidad de estar disponible, atento y atenta a cualquier novedad laboral, puede derivar en insomnio, fatiga, tensión elevada e incluso, en casos extremos, llevar al suicidio.
El trabajo no debería ser una sentencia de muerte. Sin embargo, tal y como está configurado actualmente, es imposible disociar el sistema laboral global de la explotación de las personas.
Mientras esta cruda realidad oprime a la clase trabajadora día tras día, los sindicatos mayoritarios, habiendo adoptado ciertas tácticas y lógicas de la patronal, negocian el alargamiento de la edad de jubilación bajo el pretexto del consenso.
Ante este contexto, es imprescindible defender el conflicto, mantenernos en las calles y propagar nuestras ideas a través de los medios de comunicación, exponiendo a los empresarios explotadores, a la patronal y sus mutuas aliadas, a los gobiernos cómplices de esta injusticia y a aquellos medios que demonizan a la clase trabajadora, invisibilizan las verdaderas causas de estas muertes laborales y perpetúan los mantras neoliberales que legitiman este sistema criminal.
Alejandro Plana Asesor de salud laboral de CGT Aragón-La Rioja